Mostrando entradas con la etiqueta . Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta . Mostrar todas las entradas

9 de agosto de 2012

Obsolescencia programada (IV)

Salí rápido del hospital de idealistas terminales. Y tú fuiste casi tan rápida como yo en tirarme la caña, así, como si nada. Yo, que más que atún me veía holograma de boquerón, me pregunté qué demonios te pasaba en el cerebro, si es que alguna vez lo habías tenido. Te echo de menos. Que me echabas de menos. Abstrayendo tus palabras algo de razón tenías. Me echabas. Menos. Eso era yo.

Te di la razón como a los locos, quise ser pragmático y me rompí en tu lecho de madrugada, pero no, esta vez no me até ninguna mierda explosiva a ninguna parte de mi cuerpo porque no quería, porque te veía venir y porque tampoco tenía demasiado cuerpo como para atarme cualquier cosa. Y en cuanto a lo de pasear, paseamos básicamente por mi cama, salvo dos o tres días.

Eso debió de molestarte mucho. Eso de no poder juguetear con el botón rojo de un detonador te puso de muy mal humor, te puso muy tú. Fuiste a por todas, ya lo creo que sí. Tenías tal cabreo que sacaste todo tu repertorio de maldades y sartas de engaños. Y entonces, la noche que me pusiste la puntilla en forma de cuerno, fue la definitiva.

***

Una vez me hablaste de la obsolescencia programada y comprendí. Se nos quedó obsoleto el amor. Lo programaste tú. O quizá fui yo.

 obsoleto

2 de agosto de 2012

Obsolescencia programada (III)

El verano fue una excusa para lavar y curar con sal las heridas y para tratar de empaparme y mojarme, pero sólo me tostó las ilusiones. Cáncer de pecho y sin ganas ni de cáncer ni de quimio ni siquiera, a veces, de palmarla.

Pasaron los meses y, con tanta radiación y tanto frío en soledad, cogí una neumonía mental y quise volver a saber de ti, que la mosca ya no me importaba tanto porque ahora me sentía Spider-man.

Así que me até 50 kilos de dinamita al torso y salimos a pasear por la ciudad con muchas dudas y esta vez me injerté el detonador bajo la piel para prevenir. Te hacía el amor o lo que fuera ya eso lo justo y suficiente para que no pareciera intencionado el uso de mis nuevos superpoderes. Te quería hacer sufrir por detrás como tu cuchillo en mi espalda para que supieras lo que se siente. Más tarde, acabé sucumbiendo a mi idealismo crónico y enfermizo.

amanteguisante

Un día salimos a cenar y al llegar a casa, entre jadeo y orgasmo, me arañaste la espalda para quitarme el detonador. Como hombre, yo no estaba a lo que estaba, y hasta que no eyaculé, no sentí la metralla en lo que me quedaba ya de alma: la mitad de la mitad de la mitad de la mitad.

Pasé unas semanas preguntándome qué coño me había pasado, qué coño me había aniquilado vilmente. Finalmente, me sacaron por la puerta de atrás de la plaza, muerto de heridas, cornudo de por vida.

tormentadeverano

6 de agosto de 2012

Obsolescencia programada (II)

Pero el masoquista tira para el Cáucaso, donde un águila devora cada día los corazones regenerados con esa misma frecuencia de todas las personas que se atreven a subir allí, a volver o a dejar que les suban. Y entonces me sentí como Jacob, como te dije una vez, el sarcástico y masoquista Jacob.

Y me até 40 kilos de nitroglicerina al torso y salimos a pasear por la ciudad, al principio con cuidado de ver dónde y cómo pisábamos, pero enseguida nos atrevimos a correr, a saltar, a saltar a lo Heidi y de la mano y a la pata coja. Me cogiste el detonador, pero sólo un rato, eh, sí, tonto. Y ahora a caballito y ahora en brazos y a dar volteretas y fue cuando intenté ganarte corriendo de espaldas.

dos

Una piedra que me resultaba familiar me hizo tropezar y caí y ponte tú a levantar a un tío con 40 kilos de nitroglicerina pegados al cuerpo. Pasaste del tema, necesitabas tiempo, tiempo para ponerte en forma y pensar, pensar en cómo levantarme haciendo el mínimo esfuerzo. Y lo pensabas mientras mirabas cómo se posaba una mosca en tu ombligo, justo al mismo tiempo que yo era una cucaracha patas arriba y, aunque no me llamo Gregorio ni mi padre Frank, juro que me sentí así.

Me cansé de esperar, así que aproveché una patada y un consejo para darme la vuelta. Fui a tu casa a recoger el detonador y me reventé yo mismo el pecho, total, de ilusos y putas al río, y te dejé con la mosca en el ombligo y la puerta en las narices. Y ¡ay! ¡Que me has hecho daño! ¡Justo iba a salir ahora a por ti!

Típico.

3 de agosto de 2012

Obsolescencia programada (I)

Una vez me hablaste de la obsolescencia programada.

***

Hoy leí una frase que decía "cuando estás conociendo a alguien, siempre llega ese momento en el que tienes que decidir si seguir adelante o plantarte" y como kamikaze, como romántico suicida, me inmolé por y para ti.

Me até 20 kilos de C4 alrededor de la cabeza y salimos a pasear por la ciudad. Te idealicé y te vi con otros ojos. Inspiré tu aroma con otra nariz, mi piel era de gallina con un par de huevos antes de ti y probé de tu sed y me supo placenteramente ácida antes de beber de ti. Te idealicé y en pleno éxtasis de la idea hasta te presté el detonador porque me preguntaste por él y en un despiste me volaste la cabeza. Mira, un asteroide ahí va.

otoño

Me dolió mucho, amor. Pero más que la cabeza satélite, lo que me dolía eran las secuelas, el polvo de planes, sueños y promesas flotando en mi habitación, la nada, los porqués, el vacío... El vacío. EL VACÍO. Quise abrazar y sólo encontré aire, un hueco enorme, una extremidad que aún me picaba y que ya no estaba, joder. Y el cuchillo, oh, cariño, eso era lo peor. Nunca me han apuñalado, pero no debe ser muy diferente a aquello. Esa sensación de desgarro lento en las tripas que me hacía retorcer y mutar en feto. No sé si era un enano cabrón, tú sádica en la distancia o cada una de las mariposas armada hasta los dientes intentando sobrevivir, intentando escapar de esa prisión putrefacta, de esa selva de desilusiones y desesperanzas que incluso un vietnamita curtido en la batalla habría odiado hasta el punto de desear su propia muerte antes que esa tortura, antes que esa brutalidad en las entrañas.

Y mientras, morí varias veces al día, ahogado en sal, aquel raro diciembre.

1 de agosto de 2012

Fue bonito mientras murió.

Quitando las horas de dudas rasgándome las entrañas fue bonito.

Esas conversaciones más o menos profundas tumbados en la cama o en el sofá, en el césped de un parque, sentados en un banco de otro parque, en el bus o en el Metro… todas esas conversaciones me llenaban.

Darnos la mano y entrelazar nuestros dedos al hablar o al caminar, besos a modo de interrupciones cariñosas, preguntas que te lanzaba al aire, preguntas que me hacías y yo esquivaba con otras preguntas-respuesta hasta que llegaba un punto en la conversación laberíntica en el que discutíamos por una tontería filosófico-moral y terminábamos por esquivarnos también la mirada, pero sólo un rato porque al final nos queríamos, o al menos eso parecía, y no podíamos reprimir las ganas que teníamos de volvernos a besar y abrazar y de reír con tus payasadas a veces y las mías casi siempre, como ese hombrecito dedos al que le encantaba escalar por todo tu cuerpo. Me mirabas raro cuando entraba en acción, pero sabía que en el fondo te hacía gracia y terminabas dándome la razón con una sonrisa que me encantaba o con tu risa, que me sonaba a música.

Olvidaré muchas cosas concretas, como ya las he olvidado, pero no olvidaré lo que me hacías sentir. Como primer gran amor no estuviste mal. Me mataste y amaste a partes iguales, sólo que me mataste demasiado pronto por primera vez y ya fui a remolque el resto del tiempo. Y es que la confianza es como la virginidad: una vez la pierdes, ya no hay vuelta atrás.

En fin... Odio que me digan "en fin".

KeithAnitaa

1 de agosto de 2012

10 de octubre de 2011

No me cuentes un cuento. Víveme uno. Vivamos uno.

No quiero vivir sin ti. Me he acostumbrado a tus besos y a estar entre tus brazos y ya no quiero huir de aquí. ¿Es normal que te eche tanto de menos? ¿Es normal que mientras escriba esto se me caigan las lágrimas por las mejillas?

Creo que es el miedo. Miedo a perderte. Miedo a tener que olvidar. Miedo a tener que alejarme de ti. O a que te vayas tú. Miedo a que seas más feliz con otra persona que conmigo. Miedo a tener que cerrar con llave el cajón de los recuerdos que hemos compartido. Miedo a que tengas miedo. Miedo a que decidas que lo mejor es que lo dejemos. Quién decide qué es mejor para nosotros. Miedo a que pienses que te odio. Miedo a que creas que no lo doy todo por ti. Miedo a que creas que no te demuestro que te amo como no he amado a nadie jamás. Miedo a que me consideres más egoísta de lo que realmente soy. Miedo a que de verdad creas que no te doy la razón ni hago nada por ti, cuando sólo intento que mejoremos agarrados de la mano. Miedo a confiar en ti por miedo a que traiciones mi confianza. Miedo a los demás.  A los que puedan encontrar la llave para poder separarnos. Miedo al mundo que podría meterse en la rendija que aún separa nuestros corazones. Miedo a tener miedo. Miedo a que no digas lo que sientes. Miedo a que lo que sientas sea lo que no quiero. Miedo a que me ames menos de lo que desearía. Miedo a vivir más sin ti que contigo. Miedo al tiempo. Miedo a la distancia. Miedo a mi pesimismo. Miedo a tener razón.

Miedo. Siempre miedo. Ya no quiero más miedos, amor. Ya no quiero llorar más por ti si no estás conmigo. Rómpeme del todo el corazón. Mátame fuerte. O sólo créetelo. Cree en nosotros. Cree en que todo va a salir bien. Dame el 200%. Dime que me amas y actúa en consecuencia. Mírame a los ojos y que los tuyos me digan la verdad que quiero oír. Estás conmigo o estás contra mí. No me dejes vivir a medias, pendiente de una decisión, flotando en castillos de aire, inventando ilusiones, dudando de todo.

La vida es así y no sabemos si mañana todo seguirá igual, pero yo quiero vivir siempre a tu lado. No tener que separarme de ti nunca. No tener que echarte de menos porque siempre estaremos juntos. Despertarme contigo. Llevarte el desayuno a la cama. Seguir compartiendo recuerdos alegres y hermosos. Verte feliz conmigo. Verte sonreír, preciosa. Que te brillen los ojos. Que me abraces de corazón. Que me agarres la mano muy fuerte. Que me acaricies. Que me digas que me amas espontáneamente, sin venir a cuento, porque el cuento no vino escrito de fábrica, lo escribimos nosotros a cada segundo. Y al final de nuestros días lo bonito será poder leerlo y saber que la última frase fue como la de todos los grandes cuentos:

Y vivieron felices y comieron perdices.

 

26 de junio de 2011

 

Siempre y solamente tú.

No sé si esto será una proclamación grandiosa de lo que siento por ti. No creo que esto traspase fronteras y mentes y se quede en la memoria del mundo y dudo que vaya a recogerse en algún recopilatorio con grandes obras literarias. Y si te soy sincero me da exactamente igual. No es esa mi intención. Me conformo con que, gracias a esto, crezca en ti esa certeza de saber que no te he escrito canciones ni te he comprado aún esos zapatos ni esa gorra que tanto deseas, pero que si lo sabes todo de mí.

Así que seguramente sepas que me das la vida. Que si por mí fuera, mi vida se reduciría a despertar para pensarte. Que me encantaría tener un relojito de esos de cuerda para girar su ruedecilla y así poder saltarme los anuncios que hay entre la última vez que te vi y la próxima que te veré. Que tu risa, cuando cierro los ojos, es como música que pone los pelos de punta a todas las células de mi cuerpo (sí, es posible). Que todo eres tú. Y que yo quiero contigo todo. Que para mí casi todo tiene un matiz y que cuando te replique algo, piensa que te estoy ofreciendo mis peros perfeccionistas. Que no por el hecho de que la perfección no exista, no significa que no intentemos encontrarla. Que, como leíste tú también en un libro en el que aún conservo una carta tuya, "quererse es un valor absoluto". Y que la única cosa que para mí no tiene matiz alguno es esa, el amor que siento por ti. Y que para mí no basta con querer mucho. Me gusta querer bien. Y que no se cansan mis ganas de ti y que si pudiera cambiar cada segundo que no estoy ni estuve contigo por un día feliz a tu lado, créeme, la vida que viene tendría muchísimo más interés, muchísimo más sentido. Y que todo eso y más, sólo espero poder seguir demostrándotelo cada día durante mucho tiempo.

Te echaré de menos.

23 de junio de 2011

 

Con toda la mitad que queda de mí.

Me han hecho pensar, como siempre, sus palabras escritas. Después de tanto error no forzado, pero no por ello imprevisto, uno se da cuenta de que ya no es lo mismo. Que como dice su libro, te quiero, sí, pero con cuánto.


Te quiero con la mitad de la mitad de la mitad de todas las mitades que ya se fueron con quien ya se marchó, con quien ya no está aquí. Se las llevaron consigo y me dejaron conmigo y mi décima parte. Pero esto no tiene por qué ser malo. Es verdad que te quiero con esa mínima parte, pero es que esa mínima parte soy yo al completo. Soy lo que queda de mí. Y por muy pequeño que sea lo que queda de mí de una cosa estoy completamente seguro:

te quiero con todo mi pequeño ser, y eso es mucho más de lo que nunca podré darte.

 

Mírame, soy feliz, tu juego me ha dejado así.
Disfrazar, seducir, ponerme guapo para ti.

13 de Marzo de 2011

19 de septiembre de 2011

Lo que yo siento por ti

empieza en la punta del dedo meñique de mi pie derecho, el mismo que me rompí hace años, y acaba en el borde de cada cabello de mi redonda y pequeña cabeza.

Daría cualquier cosa ti, amor, por muy valiosa que fuera. Y te regalaría cariño sin fin con tal de que tú me devolvieras lo necesario para hacerme feliz.

Confieso aquí que me encanta dibujar infinitos en forma de corazón al lado de nuestros nombres en cualquier lugar en el que esté más de cinco minutos sin hacer nada.

Y tu piel, oh tu piel. Adoro acariciarla con mis dedos, con las yemas de la derecha y la palma de la izquierda, que es la que tiene las yemas con callo por la guitarra.

Soy fan de tu piel suave.

Sabes bien que te amo y te amaré siempre porque siempre fuiste la que buscaba.

Pero sólo hay un problema…

aún te sigo buscando.

redd

14 de septiembre de 2011

6 de enero de 2011

Arte eras tú.

Tenía pensado regalarte esos zapatos de Zara que decías que tanto te gustaban. Sí, para tu cumpleaños. Y aquel famoso ornitorrinco de peluche con el que presumirías delante de tus amigas. Estaba todo planeado ya. Tal vez también te habría hecho algún pequeño detalle hoy o en el que hubiera sido nuestro tercer mes juntos, no por obligación, sino por puro amor al arte, y arte eras tú. Lo único que te pedía a cambio era lógico y fácil, pero parece que no tanto para ti. Estas cosas jamás tendrán lógica alguna. Sólo tenías que quererme con todas las consecuencias que ello conlleva.

 toy_platypus4

Pero ya no tiene sentido todo eso. Nunca lo tuvo para ambos a la vez. Siempre por separado. El tira y afloja, un oleaje entre nosotros dos. Ahora sólo es otro de esos recuerdos que tanto duelen por no haber llegado a existir. Mientras tanto, me queda el decirme “¡Oye! Pues eso que te ahorras” y nunca mejor dicho. Pero aún así, sigue sin tener ni puta gracia.

 love

21 de diciembre de 2010

La intimidad de los susurros.

Me encanta mirarte. No me cansaría nunca de hacerlo. Por eso ahora observo tus manos abrir el sobre de azúcar y me doy cuenta de que la gente no suele fijarse en éstas, y lo cierto es que unas manos bonitas siempre son agradables a la vista. Están como en la sombra que provoca una sonrisa, una melena dorada y todo eso que complementa tus ojos verdes y no tiene que ver con tu silueta.
Mientras escucho cómo se rasga el papel del sobre, me abstraigo de todo lo demás y me percato de la belleza de tus manos.
cafemanos
 - ¿Qué miras?
Me sacas del ensimismamiento. Levanto la vista. Me estás analizando con tus ojazos. Sonrío como te gusta. Me imitas y te contesto como quien cree que es obvia la respuesta:
    - A ti.
Apartas la mirada avergonzada y le das vueltas al café. Sólo se oye el tintineo de la cuchara en la taza. Me acerco por detrás a ti y me inclino para lograr la intimidad en un susurro:
   -Te quiero.

3 de diciembre de 2010

A ti.

Nadie dijo que fuera fácil. Estábamos avisados. Pero aún así nos entregamos y nos dejamos llevar por el viento de nuestros sentimientos.

Ahora todo ha acabado. Es un poco como que se junta todo, ¿no?. Una quiere a otro pero el otro no tanto. Luego el otro se queda pillado y decide intentarlo, pero entonces la una ha perdido la ilusión del principio. Tal vez no sea excusa, pero es lo que pasó. Los papeles se cambiaron y la ilusa se convirtió en hastiada y viceversa. No es la primera vez que me dejan o que dejo a alguien, pero sí es la primera vez que es alguien tan importante. 11 meses de mucho cariño. 3 más de amor. Hemos vivido muchas cosas. Y supongo que es normal que todo me recuerde a ti. Que me ponga los vaqueros o las camisetas que fui a comprar contigo por Madrid el 18 de septiembre y no pueda evitar un nudo en el estómago. Que ese pueblecillo me recuerde a ti. Que cada 15 de octubre ya sepa lo que me va a pasar por dentro. Que me ponga a pensar en un 27 de mayo tan mágico. Que no me ponga el colgante que me quitaste para tener algo mío porque aún huele a ti y no quiero que se vaya el olor. Que me dé hasta miedo que el propio olor del ambiente se lleve tu aroma de él... Que unos billetes de autobús, un recorte de periódico con recetas, unos pases de la piscina y cosas así sean una prolongación de tu ser. Y es que eso. Cuando una persona está tanto tiempo en tu cabeza, incluso aunque no quieras, cuando se va, es como que se va parte de ti. Deja un enorme agujero ahí en el pecho donde antes estaban todos los segundos que gastabas pensando en ella. Desde estar comiendo y verla sonreír en tu cabeza hasta la cantidad de proyectos y sueños que te gustaría vivir a su lado. Y claro, de repente todos esos proyectos se convierten en polvo o en recuerdos que nunca existieron ni existirán. Y duele. Mucho. Es como si te arrancaran un brazo. Como cuando a una persona que lo ha perdido le pica, pero no puede rascarse porque no está. Como alguien que tiene Alzheimer, que sabe que se olvida algo, pero no sabe el qué. Es esa impotencia, ese no poder hacer nada. Saber que por mucho que te preguntes o que le busques una explicación, no vas a llegar a nada. Sólo a que ya todo eso se acabó.

A mí me gustaría seguir abrazándote. Vivir más cosas contigo. Poder seguir disfrutando de esta nueva etapa por la que estábamos pasando. Pienso que apenas la he podido saborear. Me queda esa espina de saber qué pudo ser y no fue. 

Escribir me sirve para desahogarme. También hablar contigo y decirte lo que pienso para soltarte todas mis sinceridades, las que nunca me he atrevido a decirte, las más puras, en el fondo las más importantes. No lo hago a propósito, es solo una terapia. No te molestes.

He necesitado, por eso, de abrazos de mi familia y probablemente de mis amigos los necesitaré. Las charlas de mi madre. Eso sí que es una gran terapia. Es la mejor. Siempre sabe que decir. Lo que siente la gente. Más de una vez me ha hecho llorar de tanto abrirme los ojos con sus consejos y verdades de quien ha vivido mucho. En el fondo nos parecemos bastante. A pesar de sus broncas, que son necesarias, sé que tiene toda la razón y ya estoy empezando a agradecerle muchas de las cosas que me enseña.

Y a todo esto, hace un frío de cojones, y ahora, que es cuando más necesito tu calor, de ti, cuando más añoro tus brazos, cuando más siento eso que tanto me gusta porque sé que eso quiere decir que te quiero, cuando más te echo de menos... ya no estás.

Es ley de vida. Para saber hay que fallar. Me has dado experiencia y ojalá no me la hubieras dado, pienso ahora, porque como leí una vez "experiencia es lo que obtienes cuando no obtienes lo que quieres". Aunque me has hecho mucho daño, también me has hecho feliz y espero que algún día, cuando nos recuerde, lo que más me quede, sea lo bueno. Tu preciosa sonrisa, tu melena rubia, cuando ponías esa voz de niña pequeña, cuando te acurrucabas a mi lado...esas cosas.

Ya te lo he dicho pero es verdad. Ojalá algún día te cures del todo y seas feliz. Ojalá encuentres a alguien que no se aleje de ti por esto tuyo de los caprichos. Cambia eso. Yo lo he intentado. Y por eso quizás he sido quien más ha estado contigo, porque pensé que podría cambiarte. Hacerte feliz... No creo que nos faltara nada para haberlo sido. Sólo un poco de fe.

Ahora lo mejor es que estemos un poco distantes, pero por favor, no te alejes de mí. No creas que me voy porque te odio. Si me separo es porque ahora es necesario hasta que se enfríe todo. Son muchos sentimientos. Intentarlo otra vez sería masoquista e insano. Y ya sabes, como te dije una vez, me siento un poco Jacob. El sarcástico y masoquista Jacob. Pero hasta en la ficción estamos destinados. Destinados a cosas diferentes. A personas diferentes. Y mira que tiraría el libro por el retrete si eso fuera suficiente para tener la certeza de que eso son sólo cuentos...

Crecer es aprender a despedirse. Hace tiempo que lo leí y cuanto más mayor me hago, más me doy cuenta de que es verdad. "Darte cuenta de que crecer va a significar despedirse de personas, situaciones, emociones, memorias, ilusiones, amigos, familiares. El día que te das cuenta de que hoy te despides mejor que hace un año. Que ya no te sorprende que la gente desaparezca de tu vida. Ese día estás aprendiendo a decir adiós, ese día estás creciendo. Cuando asimilas que todo está de paso en tu vida, vives cada día de ese paso como algo inesperado. Te sorprendes, te encoges de hombros y lo disfrutas, porque sabes que es probable que sea el último día de esa experiencia, persona o relación en tu vida." Que hay que perder el miedo. Estar orgulloso de los fracasos. Saber que cuando tomas un riesgo puedes sufrir su no-éxito. Porque para avanzar hay que aprender de los errores. Porque alguien que no ha sufrido en el amor no sabe lo que es amar. Porque alguien que no sabe odiar no puede saber cuándo quiere a alguien. Y hay que convivir con cosas como lo de recordarte cada vez que pase por cualquier rincón en el que estuvimos, como lo de sentirme un poco traidor al decir "te quiero" a otra persona, que ya como que lo tienes que cambiar, que si no duele un poco, o lo de "rubia", o lo de "bicho"... Cariños ya usados con otros amores. Pero ya ves, así es la vida. Hay que cerrar ciclos y abrir otros.

Yo hasta que no se llene ese vacío que ha quedado con otras rutinas u otras personas, seguiré yéndome a la cama con el cojín con el que dormía cuando te echaba de menos, recordándote en cada canción desde un "si supieras cuánto tiempo gasto al día para no pensar en ti", pasando por "al principio abriste un mundo nuevo. Ahora eres las pilas para vivir en el que tengo", hasta  " fuiste un putón pero eras my love" o "de ser tu Robinson y de que tú seas mi viernes"... y así con infinitas canciones. Seguiré recomponiendo mis ilusiones, recogiendo los pedacitos que han quedado esparcidos por ahí, otra vez, y tomando flores de Bach. Escribiendo sentimientos, frases ("Nothin' On U", "Let's make new memories", "El día en que no ame demasiado, amaré demasiado poco"...), tocando mi guitarra contigo bailando en los acordes, viéndote en la piscina, sonriendo como siempre... Sí, eso. Eso me gustaría. Que hagas honor al nombre que te puse en mi intimidad " La chica de la sonrisa fácil". Así que ya sabes, con esas tonterías y vocecillas de niña pequeña, acurrucada, como cuando éramos nosotros...

sólo RiE.

Que quede el cariño.

Everything's gonna be alright :)

Rubén.

31 de marzo de 2010

:)

Al son de mensajes de móvil, acordes de guitarra, tardes de miradas silenciosas, charlas sobre nada, segundos de mi vida que son sólo tuyos y sueños que no despiertan; cada día eres más especial.



Ya lo dijiste tú:

guitar YOU&ME(L).

18 de enero de 2010

Hasta siempre.

Hace tiempo te escribí que el amor es ciego y que con solo sentirte era suficiente, pero esa historia nunca la vio el mundo. No era el momento. Hace poco te escribí que lo siento, que sentía hacerte daño pero que, al fin y al cabo, era por eso, porque lo sentía, que te quería. Tampoco se enteró nadie, y hoy he decidido que nunca verán la luz esos textos. Pero este sí:

Hoy ya es oficial. Te he roto el corazón. Te he hecho llorar. Te he visto derrumbarte en mis brazos, y mientras notaba tu pecho romperse en mil pedazos sólo se me ocurría decir "lo siento". Ni siquiera podía emocionarme. Me he vuelto un insensible. Quería romper a llorar que me brotara aunque solo fuera una lágrima, pero no. Tú, haciendo el mayor esfuerzo de tu vida, me has acompañado hasta el final con el corazón desangrándose y los ojos encharcados, y todo bajo un frío de invierno. Yo, por el camino, no podía erguirme ni levantar mi cara de vergüenza, mi cara de EGOÍSTA, mi cara de cabrón, MI cara.

Callados, andábamos lento todo el camino para retardar el final y fue entonces cuando cinco céntimos brillaron en el suelo a la luz de las farolas, pero no me importó. Esta pobreza de amor jamás la curará el dinero. Me has llorado toda mi inseguridad, todo mi egoísmo y yo sólo he podido abrazarte, ya sin besos, y eso, probablemente, solo ha abierto más la herida. Mientras te me morías un poquito en mis brazos, en nuestro fin de trayecto, noté espasmos y creí que llorabas más y me separé de ti un momento, pero entonces me di cuenta de que también tiritabas de frío. "Vete a casa, lo siento...". Antes de acabar ya te dabas la vuelta y te solté la mano suave, como quien sabe que debe dejar ir. Aún me quedé ahí plantado, a tus espaldas, mirándote marchar, esperando que tú me miraras también por última vez con los ojos inyectados en dolor, pero no, sólo te me perdiste de vista, para siempre. Hasta siempre...

Vuelvo zombi al lugar donde siempre te dejaba un rato a la semana, esa estación que olerá a partir de ahora, perpetuamente, a culpa y nostalgia. Ahora soy yo el que está en tu lado y me pongo en tu situación. Paso al mío y me doy la vuelta para mirar atrás por última vez el recuerdo de tu imagen, esa que sabía que volvería por aquel entonces. Mientras aquel tren me alejaba de ti para volverte a ver, hoy me aleja de ti para ponerme en mi sitio, donde me tuve que quedar cuando fue el momento. Y es que más importante que saber estar, es saber cuándo largarse, pero nunca lo supe ni lo sé...

Te dije que te echaba de menos, te busqué en otros clavos, pero ninguno tenía tus ojazos, ninguno era como tú. Eres única y eso lo sabe el olvido. Por eso se resistía a difuminarte en mi mente y en mi corazón.

Y te hablo de lo que viene ahora. De que la gente dirá que chicas como tú hay miles, de que me enamoré demasiado, de que puse en ti lo que me quedaba de esperanza... Qué ignorantes son todos. Porque ellos no saben quién eres. Y aunque les he llegado a envidiar por su desconocimiento, te aseguro que sabernos de lejos, me llena el vaso (yo que siempre lo vi medio vacío, yo que siempre tuve miedo a tener razón). Siempre he dicho que de los errores se aprende, aunque duela. Pero tú has sido más que un error, has dado la vuelta a mis esquemas y te has quedado tan ancha. Y eso te hace más grande, más merecedora de algo mejor. Y no es por hacer uso de los tópicos, nunca me gustaron, sino que yo no te he sabido tratar del todo bien. Tuvimos nuestros más y nuestros menos, es verdad. Culpa de ninguno, culpa de ambos. Pero aún así, te ganaste algo más que un rincón en mi corazón. Así que espero que encuentres a alguien que te ame mucho y bien. Espero que tú también ames mucho y sobre todo, que te quieras como eres, rodeada de otros brazos, porque ese es el verdadero amor, el más saludable. Sí, y quizá algún día me perdones y pueda ser tu amigo. Mirarte y no adivinar qué pudo ser. Sonreírnos con una mezcla melancolía y sana inevitabilidad.

Pero hasta entonces, hoy, 18 de enero de 2010, a las 22:02, aquí sentado solo, en mi sitio, en un banco del parque, tiritando de frío y de calor, con las deportivas y los vaqueros llenos del barro que pisamos hace solo una hora, aquí, con los dedos de mis manos frías congelados en las teclas de mi móvil, escupiéndolo todo en un borrador, me despido de ti y te digo/escribo por última vez que TE QUIERO.

Ojalá no tuviera que hacer esto. Ojalá no hubiera vuelto para torturarte. Ojalá todo fuera distinto. Ojalá todo fuera más fácil. Nunca me arrepentiré de haberte de conocido, de lo vivido. Nunca me perdonaré que tu último beso supiera a dolor. Nunca me perdonaré que mi último beso supiera a culpa. Nunca me perdonaré que nuestro último beso supiera a una de esas lágrimas que te resbalaban por las mejillas. Nunca olvidaré ese sabor salado...

Y a ver si ya después de escribir esto puedo soltar por los ojos alguna gota de tristeza. Ya es hora de que aprenda una lección. Supongo que, como leí por ahí, crecer es aprender a despedirse... Lástima que yo siempre quise ser un niño.

Posdata: los billetes de Renfe y Metro de todas las veces que quedamos los tiré por una alcantarilla de nuestro fin de trayecto, allí al lado de la estación, donde me dejaste, donde siempre tuve que estar. El último, en mis manos, lo esparciré en pedacitos por mi ciudad.

18 de enero de 2010

*
 


Quise decirte al oído. Quise llorar por lo que fue.

Quise enhebrar nuestros hilos por última vez
Y que la noche nos llevase a aquel ayer...




Nos queda al menos lo vivido y el decir adiós, sólo el decir adiós...


Te quiero decir que ayer hemos empezado como cada día por decirnos lo que más dolía...




Me siento tan estúpido contándolo...



Son los restos del naufragio...



Quisiera haber querido lo que no he sabido querer...

No sé restar tu mitad a mi corazón...

Será más divertido cuando no nos toque perder...

Soñaré solo porque me he quedado dormido...





...



Hace tiempo prometí tocarte una canción como siempre mal y nunca, no la tienes aquí.

Sabes bien, como soy, que no suelo mentir.

Siempre que lo hice fue por verte sonreír.



Llámame, te quiero escuchar

Ya lo ves, no siempre me va bien

Al cantar me duele el corazón

Y enloquezco cada noche

En cada actuación



Fui yo quien dijo no, y ahora en la misma mesa

Se me enfría el café mientras dices que te va bien

Tranquila, ya no volveré a llamar, no me volverás a ver

Esta vez me marcho para no volver



Y ahora cansado de mirar tu foto en la pared


Cansado de creer que todavía estás

He vuelto a recordar las tardes del café,

Las noches locas que siempre acaban bien

Y me he puesto a gritar estrellando el whisky en la pared

Por verte sonreír he vuelto yo a perder

1 de noviembre de 2009

Domingo de Otoño En Mí.

Y ahora que te has ido


me invento los



domingos.








31 de octubre de 2009

¡Qué noche!

Esta noche voy a disfrazarme de tu mejor pesadilla para robarte en sueños caramelos con sabor a ti, mientras te digo muy suave al oído:

"¿Truco o trato?"

28 de octubre de 2009

Don Quierote.

En un lugar de Madrid, de cuyo nombre no quiero acordarme, te miré a los ojos y supe que te quería ...

25 de octubre de 2009

Tu Desconexión no me pasa desapercibida.

No. No me pasa desapercibida. Resto segundos y calculo el momento en que tu nombre, tu nick, tu yo, tú desaparecerás de mi vista. Se me encoge el pecho sólo al pensar en ese momento de soledad, pero no es la primera vez...

Una semana antes...

Te miro marchar de cerca pero hacia lejos... de reojo cuando me ves, fijamente cuando te das la vuelta. Me quedo aquí en esta esquina, en la oscuridad de mis secretos más inconfesables, para observarte cómo caminas. Un paso. Dos pasos. Tres... Qué bien te mueves. Qué bien me sientas. Qué bien... pero qué mal... Mientras te alejas se me ralentizan los segundos ensimismado en ti. Aunque, incluso ralentizado, tu adiós se me hace rápido. En ese momento mi sonrisa se me borra poquito a poco porque una parte va contigo pero porque la otra se queda con tu rastro, en tus huellas, sin ti, sin estar en mí... ¡Y mis ojos brillan!, un poco de alegría, otro tanto de tristeza... y mis labios se preguntan cuándo volverán a besar a aquellos otros cuyo sabor aún no se ha extinguido, a aquellos otros de los que se está enamorando, aquellos gruesos que mordía suave pero apasionadamente... Sólo piden que vuelvas otra vez, pero no sólo una. Sé que son egoístas, pero dicen que se parecen a su dueño y tienen razón: mis ganas de ti nunca se cansan...

*

Ya te has ido. Hace sólo un ratito que te tenía a unos centímetros, tus ojos de los míos. No sé cuándo volveré a verte... No tardes en regresar. Odio esperar.

Este otoño ha empezado tarde y esta puta borrasca me hace tiritar y encima dura más de lo previsto. Este frío se prolonga sin ti...o a lo mejor es que no sé despedirme del calor que me das...

7 de octubre de 2009

Tú.

Sabes a natillas... ¿Repetimos?



...*...

...*...

...*...





laaaa lalalalaaaa lalalaaaaa

2 de octubre de 2009

¿Qué tal?

Yo: ¿Cómo estás? Pregunta estúpida ...

A mí el amarte me vuelve previsible ...

♫ ♪ ♫ ♪

Related Posts with Thumbnails