6 de agosto de 2012

Obsolescencia programada (II)

Pero el masoquista tira para el Cáucaso, donde un águila devora cada día los corazones regenerados con esa misma frecuencia de todas las personas que se atreven a subir allí, a volver o a dejar que les suban. Y entonces me sentí como Jacob, como te dije una vez, el sarcástico y masoquista Jacob.

Y me até 40 kilos de nitroglicerina al torso y salimos a pasear por la ciudad, al principio con cuidado de ver dónde y cómo pisábamos, pero enseguida nos atrevimos a correr, a saltar, a saltar a lo Heidi y de la mano y a la pata coja. Me cogiste el detonador, pero sólo un rato, eh, sí, tonto. Y ahora a caballito y ahora en brazos y a dar volteretas y fue cuando intenté ganarte corriendo de espaldas.

dos

Una piedra que me resultaba familiar me hizo tropezar y caí y ponte tú a levantar a un tío con 40 kilos de nitroglicerina pegados al cuerpo. Pasaste del tema, necesitabas tiempo, tiempo para ponerte en forma y pensar, pensar en cómo levantarme haciendo el mínimo esfuerzo. Y lo pensabas mientras mirabas cómo se posaba una mosca en tu ombligo, justo al mismo tiempo que yo era una cucaracha patas arriba y, aunque no me llamo Gregorio ni mi padre Frank, juro que me sentí así.

Me cansé de esperar, así que aproveché una patada y un consejo para darme la vuelta. Fui a tu casa a recoger el detonador y me reventé yo mismo el pecho, total, de ilusos y putas al río, y te dejé con la mosca en el ombligo y la puerta en las narices. Y ¡ay! ¡Que me has hecho daño! ¡Justo iba a salir ahora a por ti!

Típico.

No hay comentarios:

Related Posts with Thumbnails