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9 de marzo de 2014

Tener cara de perdedor.

Abrió la puerta de casa y se dio la vuelta para mirarme. La cazadora abierta, el sol de abril iluminando su blusa de flores y una expresión de agridulce victoria en la cara. Agarró su pequeño bolso de correa larga y se lo colgó al hombro. Sacó un cigarrillo, se lo puso en los labios y, mientras lo encendía, me miró fijamente, de manera desafiante. Inhaló un instante el humo y se apartó el cigarrillo de la boca para decir con estilo:

-   ­Eres bueno, pero no eres brillante.

Y mientras me rebozaba en la lona por el gancho al hígado, ella salió y cerró con suave firmeza la puerta. No miró atrás y el árbitro llegó a diez. Me senté en el suelo y apoyé la espalda contra la pared. En el rellano se oía al público corear el nombre de la vencedora. Fui a por hielo a la cocina y me eché una copa. Atravesé el salón hasta la terraza y la vi cruzar la calle. Pensé en llamarla a gritos o en bajar corriendo a buscarla, pero para qué. Tal vez así se escriben los grandes fracasos: por la cobardía de los románticos modernos, que piensan en el futuro más lejano, en vez de en el más inmediatamente próximo y que pase lo que tenga que pasar.


Pero creo sin querer, que aunque lograra convencerla, no hay manera de conservar por mucho tiempo a una mujer como ella.





29 de diciembre de 2013

Ninguna me satisface.

— ¿Me admiras?

— No. Ya no me gustan las mujeres como tú.

— ¿Vas a huir? Eres un cobarde. No luchas por lo que quieres.

— Para luchar por algo hay que creer en ello.


(todas las que me gustan están locas,
o a lo mejor soy yo,
que estoy peor que ellas)

10 de julio de 2013

Hemingway, Bukowski, tú.

Con las mujeres me pasa como con la literatura.

Al final,

siempre vuelvo a la que de verdad me gusta.

EH5702P

7 de enero de 2011

Las mujeres nos vuelven locos...

...y mientras no encontremos la que nos encaja a la perfección, las seguiremos usando como fuentes de inspiración, como blanco de todos nuestros deseos, como culpables de todas nuestras derrotas, como motivo de todas nuestras ilusiones.

6 de enero de 2011

***

No hay dos sin tres. Era una gran verdad desde que el tren perdió velocidad.
(...)
Todo iba bien. Fuimos dos, tal para cual, hasta que decidiste querer más. Lo acabamos entre trampas y engaños.

Quédate a dormir,
es todo lo que quiero
en esta vida insana.
Quédate a dormir,
que pasen treinta años
antes de mañana.
(...)
No quiero abrir las puertas
dejarlas entreabiertas, nada más,
para poder marcharme,
para entrar, si me apetece entrar.

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