En
el último instante de esta noche inútil,
como
violentos salteadores en el camino,
mi
paz indolente tus largos dedos han venido a importunar.
Se
me han enredado con melosidad al pecho
y
luego de su tallo en espiral
espinas
de rosa han comenzado a brotar.
Con
sádico placer mi sed me han hecho derramar
para
renovar de manera tétrica y trágica
el
delicioso recuerdo de cuando fuimos carne de ilusión.
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