2 de octubre de 2011

Demanda de abrazos nocturnos.

Se echa de menos lo del calor de unos brazos en una noche como ésta. Otra vez.

dos

Mi peluche no sabe dar abrazos. Su piel no se excita al tacto de mis dedos cariñosos y juguetones. Joder, que no está vivo. Que no va a reaccionar a un beso. Que ni siquiera moverá un pelo cuando le susurre en el oído un te quiero. No le oiré hablar en sueños ni notaré esa patada justo antes de que se quede dormido. No me despertará en medio de la noche acurrucándose más fuerte a mí. No me dibujará una sonrisa en la oscuridad. Si acaso maquillará esta nostalgia melancólica, valga la redundancia, porque echar de menos siempre fue mi habilidad especial mientras estuvimos juntos, imagínate ahora. Era capaz de hacerlo en tiempo récord. Pero esta vez he matado al cronómetro.

Este relevo interminable.

Dónde se escondieron los clavos. Quién resucitó los recuerdos. Por qué me obligaste a olvidar.

Fuiste una desertora en una guerra que creí que ya casi habíamos ganado por fin. Juntos.

Ahora solamente espero que sea verdad eso de que una retirada a tiempo es una victoria. Una buena victoria. Una victoria agridulce.

pies

1 de octubre de 2011

1 comentario:

Barbara dijo...

Fuiste una desertora en una guerra que creí que ya casi habíamos ganado por fin. Juntos.

Me encanta esa frase

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