7 de enero de 2010

Aquel día 3.

"No seas bobo. Vete ya que sino te vas a empapar".

Eso fue lo último que me dijiste aquel día 3.

Recién despierto estaba el año, llovía y yo no tenía paraguas. El tuyo era rosa y lo compartimos toda la tarde, agarrados de la mano, paseando por las calles, yendo a todos lados y a ninguna parte. Me daba igual, era simplemente tu cercanía lo que me hacía sentir bien. No necesitaba nada más.

Paramos en algún banco de ese parque. Estaba mojado como todos los demás y no querías sentarte. Pero eso también daba igual. Lo hicimos. Hablamos de todo y de nada, de mí y de ti, de nosotros y de ellos. Reímos por reír y por no llorar. Nos hicimos fotos... Salíamos un poco feos, pero eso tampoco tenía importancia.

Llegaba la hora de despedirnos y llovía más que antes. Nos levantamos de aquel banco mojado y caminamos hacia tu casa. Vivías lejos, pero aún así te tenía cerca. Me sentía afortunado y me daba igual andar contigo, y a la vuelta sin ti, sin paraguas y bajo aquel diluvio. A mitad de camino el semáforo se puso en rojo para nosotros. Quería acompañarte pero tú decías que no. Me hice el remolón. En el semáforo un hombrecito muy majo parpadeaba en verde y nosotros aún agarrados bajo el rosa.

“No seas bobo. Vete ya que si no te vas a empapar”.

Eso fue lo último que me dijiste.

Te di el paraguas y un beso que decía “hasta pronto”. Te observé cruzar, me di la vuelta y me puse a mirar al cielo con la que estaba cayendo. Sí... Eso también daba igual. Regresé sonriente a mi casa. Veinte minutos reprimiendo cantos y bailes bajo la lluvia.

Todo era como en una de esas películas cursis que solo ves enamorado para llorar y desenamorado para llorar más. Todo iba bien. Pero ahora aquel banco mojado está podrido, como otros tantos, y ese beso no volvió pronto; y las fotos, y el paraguas, y el semáforo, y los coches parados en el semáforo, y la gente de dentro de los coches parados en el semáforo, y los recuerdos de la gente de dentro de los coches parados en el semáforo, y nosotros abrazados bajo un ridículo paraguas rosa parados en el semáforo que estaba en los recuerdos de la gente de dentro de los coches parados en ese semáforo, todos, se difuminaron, se borraron y se perdieron como lágrimas en la lluvia porque no hubo pronto, porque no hubo cerca, porque no hubo un nosotros. Y eso, amor mío, eso no dio igual.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Eres un genio.

Claudia Hale. dijo...

Te susurro al oído que me ha encantado. Desde la primera letra hasta el último punto. Y Abbey me ha dicho que te susurre también que, tal y como tu le dijiste, hay más chicas en el mundo. Y seguro que hay alguna que tenga el paraguas rosa, y esa quizás si te deje acompañarla a casa, y ese pronto de verdad sea un pronto y no un hasta nunca.
Un besote! :)

Claudia Hale. dijo...

Hay un regalito para ti en mi blog :)
Un beso!

Leonardo Terán dijo...

Hola, genial en verdad me atrapo desde que lo leí, y es algo super curioso por que normalmente lso relatos de amor em dan flojera cuando noe stoy enamorado jaja pero este me atrapo por completo recordando viejos amores

Related Posts with Thumbnails