8 de noviembre de 2009

Vuelve, por favor.

Hace tiempo que te echo de menos. Ya perdí la cuenta de los días que llevamos sin hablarnos como antes. No sé si es por mi culpa o por la tuya, por la de los dos o por la de ninguno. Sólo sé que nos hemos vuelto fríos... ¡helados! Esta mañana me di cuenta de que tal vez ya sea demasiado tarde. Para nosotros ya llegó el invierno y a mí me ha pillado sin abrigo... Me duele... Poco a poco he notado cómo nos alejábamos... cada uno a un polo. Tú al norte, yo al sur... Muchos días me decía: “No. Hoy voy a terminar con este distanciamiento”, pero hoy por ti y mañana por mí y cada vez estabas más lejos...

Recuerdo muchos momentos juntos cuando aún era verano, pero ahora los veo lejanos e imposibles... Siempre me ayudaste y te considero muy importante. Me enseñaste mucho...

Quisiera que sintieras que no me he olvidado de ti. Que me escuches, que me leas las letras, los labios:

T E – N E – C E – S I – T O.

Necesito volver a hacer algo juntos. Que me hables. Que confíes en mí. Que me dirijas la palabra. Que me mires...

Y es que hoy me he sentido una pared más al verte... Aún estoy en shock... Es como si no te conociera. Sí. Dos desconocidos, un cruce y un intercambio de palabra: “Hola” sin ganas y no hay adiós, sólo te vas a tu polo norte, lejos, a tu iglú envuelta en tu abrigo... Me aterra pensar que te tengo tan cerca y a la vez tan lejos; que cualquier día podemos encontrarnos y apenas mirarnos, y así notar como la escarcha que queda de esta amistad me congela el pecho...



No. Ya no hay un nosotros... Te lo digo con un nudo en la garganta, con lo que me queda del corazón en la mano y con tres lágrimas resbalando por mis mejillas...

No puedo pedirte que no te vayas porque sé que ya te has ido. Además, ni siquiera me atrevo a preguntarte qué tal estás. Ahora sólo puedo esperar a que regreses del Ártico porque yo estoy a la deriva en este océano de tristeza y no puedo hacer nada por llevarte a nuestra isla de felicidad. Así que léeme, date por aludida y mis alas son tus hojas y comencemos el viaje de vuelta, porque en nuestro destino, tras florecer la primavera, allí, entonces sabré, entre tanta palmera, que ya llegó nuestro verano y arenita en los pies y charlas bajo el sol, que ahora no existe, que se ha ido contigo pero sin ti...

4 de noviembre




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