26 de noviembre de 2009

Soltando valioso lastre.

Ya me río por no llorar. A veces pienso que llevo escrito a fuego en la frente un acertado adjetivo y no me doy cuenta. Que me leen “TONTO” y me río en tu cara. Sí. Y que cuando todo va bien, inevitablemente, algo malo viene detrás. Es ley de vida, ley de tontos, ley de Murphy, ley de mí.

Que “al que saque el palillo más corto” y ya me ha tocao’ antes de cogerlo. ¡Que soy pares! Y sale nones. Que “¡Rubén el último!”. Que soy todos los putos números del dado de los idiotas. Pero ese es otro tema.

Los trenes pasan una vez, y por ti, giraron, volvieron, cambiaron de vía, de estación, de andén, pararon, abrieron, te subieron, arrancaron, se fueron y otra vez a empezar. Una detrás de otra. Pero el carbón de las calderas se terminó quemando más de la cuenta y tuve que soltar valioso lastre.

Qué raro y a la vez familiar se me hace todo esto...

Y es que ya no sé si estamos todos tontos, si soy un loco entre cuerdos o un loco contra las cuerdas.

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