Hay una
rosa seca en mi pecho
de casi
todos sus pétalos desprovista
que se
consume y consume
sin
piedad y sin pausa
La rosa
ya a pocas la entrego
aunque
siempre con mi vieja sonrisa
Pero
quién acepta un regalo triste
sin
colmarse al hacerlo de la más grande aflicción
Así mi
flor cae y se deshace
y sus
restos multiplican la desazón,
anticipan
la soledad del largo camino,
hunden en
los malos pensamientos
Todos moriremos solos, me
digo,
pero qué hay del compañero
Cómo no
vivir solo si la rosa
se
marchita más y más a cada fracaso
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