18 de enero de 2010

Hasta siempre.

Hace tiempo te escribí que el amor es ciego y que con solo sentirte era suficiente, pero esa historia nunca la vio el mundo. No era el momento. Hace poco te escribí que lo siento, que sentía hacerte daño pero que, al fin y al cabo, era por eso, porque lo sentía, que te quería. Tampoco se enteró nadie, y hoy he decidido que nunca verán la luz esos textos. Pero este sí:

Hoy ya es oficial. Te he roto el corazón. Te he hecho llorar. Te he visto derrumbarte en mis brazos, y mientras notaba tu pecho romperse en mil pedazos sólo se me ocurría decir "lo siento". Ni siquiera podía emocionarme. Me he vuelto un insensible. Quería romper a llorar que me brotara aunque solo fuera una lágrima, pero no. Tú, haciendo el mayor esfuerzo de tu vida, me has acompañado hasta el final con el corazón desangrándose y los ojos encharcados, y todo bajo un frío de invierno. Yo, por el camino, no podía erguirme ni levantar mi cara de vergüenza, mi cara de EGOÍSTA, mi cara de cabrón, MI cara.

Callados, andábamos lento todo el camino para retardar el final y fue entonces cuando cinco céntimos brillaron en el suelo a la luz de las farolas, pero no me importó. Esta pobreza de amor jamás la curará el dinero. Me has llorado toda mi inseguridad, todo mi egoísmo y yo sólo he podido abrazarte, ya sin besos, y eso, probablemente, solo ha abierto más la herida. Mientras te me morías un poquito en mis brazos, en nuestro fin de trayecto, noté espasmos y creí que llorabas más y me separé de ti un momento, pero entonces me di cuenta de que también tiritabas de frío. "Vete a casa, lo siento...". Antes de acabar ya te dabas la vuelta y te solté la mano suave, como quien sabe que debe dejar ir. Aún me quedé ahí plantado, a tus espaldas, mirándote marchar, esperando que tú me miraras también por última vez con los ojos inyectados en dolor, pero no, sólo te me perdiste de vista, para siempre. Hasta siempre...

Vuelvo zombi al lugar donde siempre te dejaba un rato a la semana, esa estación que olerá a partir de ahora, perpetuamente, a culpa y nostalgia. Ahora soy yo el que está en tu lado y me pongo en tu situación. Paso al mío y me doy la vuelta para mirar atrás por última vez el recuerdo de tu imagen, esa que sabía que volvería por aquel entonces. Mientras aquel tren me alejaba de ti para volverte a ver, hoy me aleja de ti para ponerme en mi sitio, donde me tuve que quedar cuando fue el momento. Y es que más importante que saber estar, es saber cuándo largarse, pero nunca lo supe ni lo sé...

Te dije que te echaba de menos, te busqué en otros clavos, pero ninguno tenía tus ojazos, ninguno era como tú. Eres única y eso lo sabe el olvido. Por eso se resistía a difuminarte en mi mente y en mi corazón.

Y te hablo de lo que viene ahora. De que la gente dirá que chicas como tú hay miles, de que me enamoré demasiado, de que puse en ti lo que me quedaba de esperanza... Qué ignorantes son todos. Porque ellos no saben quién eres. Y aunque les he llegado a envidiar por su desconocimiento, te aseguro que sabernos de lejos, me llena el vaso (yo que siempre lo vi medio vacío, yo que siempre tuve miedo a tener razón). Siempre he dicho que de los errores se aprende, aunque duela. Pero tú has sido más que un error, has dado la vuelta a mis esquemas y te has quedado tan ancha. Y eso te hace más grande, más merecedora de algo mejor. Y no es por hacer uso de los tópicos, nunca me gustaron, sino que yo no te he sabido tratar del todo bien. Tuvimos nuestros más y nuestros menos, es verdad. Culpa de ninguno, culpa de ambos. Pero aún así, te ganaste algo más que un rincón en mi corazón. Así que espero que encuentres a alguien que te ame mucho y bien. Espero que tú también ames mucho y sobre todo, que te quieras como eres, rodeada de otros brazos, porque ese es el verdadero amor, el más saludable. Sí, y quizá algún día me perdones y pueda ser tu amigo. Mirarte y no adivinar qué pudo ser. Sonreírnos con una mezcla melancolía y sana inevitabilidad.

Pero hasta entonces, hoy, 18 de enero de 2010, a las 22:02, aquí sentado solo, en mi sitio, en un banco del parque, tiritando de frío y de calor, con las deportivas y los vaqueros llenos del barro que pisamos hace solo una hora, aquí, con los dedos de mis manos frías congelados en las teclas de mi móvil, escupiéndolo todo en un borrador, me despido de ti y te digo/escribo por última vez que TE QUIERO.

Ojalá no tuviera que hacer esto. Ojalá no hubiera vuelto para torturarte. Ojalá todo fuera distinto. Ojalá todo fuera más fácil. Nunca me arrepentiré de haberte de conocido, de lo vivido. Nunca me perdonaré que tu último beso supiera a dolor. Nunca me perdonaré que mi último beso supiera a culpa. Nunca me perdonaré que nuestro último beso supiera a una de esas lágrimas que te resbalaban por las mejillas. Nunca olvidaré ese sabor salado...

Y a ver si ya después de escribir esto puedo soltar por los ojos alguna gota de tristeza. Ya es hora de que aprenda una lección. Supongo que, como leí por ahí, crecer es aprender a despedirse... Lástima que yo siempre quise ser un niño.

Posdata: los billetes de Renfe y Metro de todas las veces que quedamos los tiré por una alcantarilla de nuestro fin de trayecto, allí al lado de la estación, donde me dejaste, donde siempre tuve que estar. El último, en mis manos, lo esparciré en pedacitos por mi ciudad.

18 de enero de 2010

*
 


Quise decirte al oído. Quise llorar por lo que fue.

Quise enhebrar nuestros hilos por última vez
Y que la noche nos llevase a aquel ayer...




Nos queda al menos lo vivido y el decir adiós, sólo el decir adiós...


Te quiero decir que ayer hemos empezado como cada día por decirnos lo que más dolía...




Me siento tan estúpido contándolo...



Son los restos del naufragio...



Quisiera haber querido lo que no he sabido querer...

No sé restar tu mitad a mi corazón...

Será más divertido cuando no nos toque perder...

Soñaré solo porque me he quedado dormido...





...



Hace tiempo prometí tocarte una canción como siempre mal y nunca, no la tienes aquí.

Sabes bien, como soy, que no suelo mentir.

Siempre que lo hice fue por verte sonreír.



Llámame, te quiero escuchar

Ya lo ves, no siempre me va bien

Al cantar me duele el corazón

Y enloquezco cada noche

En cada actuación



Fui yo quien dijo no, y ahora en la misma mesa

Se me enfría el café mientras dices que te va bien

Tranquila, ya no volveré a llamar, no me volverás a ver

Esta vez me marcho para no volver



Y ahora cansado de mirar tu foto en la pared


Cansado de creer que todavía estás

He vuelto a recordar las tardes del café,

Las noches locas que siempre acaban bien

Y me he puesto a gritar estrellando el whisky en la pared

Por verte sonreír he vuelto yo a perder

2 comentarios:

ChicaGuau dijo...

A veces hacemos sufrir, y nos quejamos de que sufrimos.
¡Un beso grande!

Anónimo dijo...

Te quiero.

Related Posts with Thumbnails