Adoraba levantarse cada mañana sabiendo que en algún lugar se encontraba ella con sus virtudes, con sus manías, así pasándose a mano por el pelo o con sus dedos posándose de vez en cuando en sus tiernos labios o regalando a todo el mundo en cada mirada ese par de ojos esmeralda…
Y tan orgullosa ella y tan embobados ellos.Y tan enamorado él porque, aunque a veces le asaltaban los celos, se sentía muy afortunado por poder disfrutar de suverdadero amor.
1 de marzo de 2010
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