Te empeñas en imaginar situaciones perfectas en las que dices las palabras exactas para actuar y que actuén de la manera que deseas. Pero tu película cambia de guión en el momento en que la miras a los ojos y empieza el rodaje real.
¿Es el triunfo de la espontaneidad o la derrota de la perfecta fantasía?
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Si supiera decidir sin tener en la mano apuntado qué decir... ♫ ♪
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